sábado, 10 de junio de 2017

¿De verdad no saben porqué los catalanes quieren votar?

Por qué, desde 1714, cuando Catalunya perdió sus derechos constitucionales, España siempre se ha configurado a la contra de la identidad catalana? ¿Por qué, desde esa fecha, se obsesionó en acabar con el idioma catalán, salpicando con miles de leyes de prohibición, los siglos siguientes? ¿No había otra España posible? ¿Por qué, desde el Memorial de Greuges de 1885 presentado al rey Alfonso XII por Rubió i Ors, donde se exponían los graves agravios del Estado para con los intereses catalanes, nunca se atendieron dichos agravios? Decía el Memorial: “¿Cómo salir de tal estado? Dejar de aspirar a la uniformidad para procurar la armonía de la igualdad con la variedad, o sea la perfecta Unión entre las varias regiones españolas...”.
Y más preguntas: ¿por qué, desde la lucha de los industriales catalanes en 1899 a favor de un concierto económico, que acabó con el cierre de cajas, la declaración del estado de guerra, el cierre de comercios y el encarcelamiento de empresarios, nunca ha ­habido una negociación seria para acabar con el agravio fiscal que sufre Catalunya?
¿Por qué el gran intento de modernizar Catalunya con un gobierno autónomo, cristalizado en la Mancomunitat, acabó con la dictadura de Primo de Rivera y la imposición del Millo de la época como autoridad política? ¿Por qué la represión contra el idioma y los derechos catalanes fueron constantes y culminaron con la represión contra los dirigentes sociales, sindicales, políticos, culturales y económicos de Catalunya, como reacción a la proclamación de Companys en 1934? Es decir, ¿por qué todo intento de Catalunya por alzar su bandera siempre acabó con una brutal represión?
Y después de la larga noche franquista, el exilio, los miles de ejecutados, el fusilamiento del president Companys, la prohibición del idioma y la cultura catalanas, y la ingente lucha por las libertades, ¿por qué la transición no resolvió el “problema catalán”? En este punto, los habrá que ­pedirán tabla rasa con la historia y aterrizaje en el presente. Aceptada la sugerencia, el presente abunda en las mismas preguntas. Por ejemplo, ¿por qué la transición ha derivado en décadas de regresión autonómica y de recentralización del Estado? ¿Por qué continúa siendo un problema español el idioma catalán, en permanente situación de sospecha y control por parte del Estado? ¿Por qué, después de tantas décadas, continuamos con un agravio fiscal indecente? ¿Por qué somos el 16% de la población, el 18% del PIB, y recibimos el 7% de las inversiones?
¿Por qué, después de negociar y conciliar, nos “cepillaron” el Estatut en el Congreso, lo recepillaron en el Senado y se lo merendaron en el TC? Y a partir de aquí, tantos porqués sobre negación de diálogo, fiscales, corredores mediterráneos, leyes Wert, ninguneo, represión judicial...


Al final, la última pregunta, que es retórica: ¿de verdad no saben por qué queremos votar?

Pilar Rahola - La Vanguardia